miércoles, 29 de septiembre de 2010

LA ESENCIA DE LO ESTÉTICO. Friedrich Kainz




Puntos de vista teórico, práctico y estético


El adjetivo "estético" no tiene para nosotros una significación objetiva, sino, en primer término, una significación de estado, funcional. Designa un determinado punto de vista, un tipo de apercepción, una manera de concebir la vivencia de la captación de los valores y del comportamiento cultural espiritual.
El mejor camino para explicar la peculiaridad y el carácter específico e irreductible de este punto de vista consiste en poner algunos ejemplos que ilustren la mutua distinción entre este modo de enfocar las cosas y los demás. Supongamos que tres hombres recorren un bosque. Uno de ellos es botánico. La belleza del bosque le es indiferente; lo que busca en los árboles y en las plantas, al examinarlos, es una visión teórica de su morfología, de la fisiología genética y sistemática vegetal; toda su preocupación se dirige a ver las cosas tal y como ellas son en sí mismas. Su actitud obedece a un punto de vista teórico intelectual. El segundo de los tres hombres de nuestro ejemplo es un leñador: ha recibido orden de entregar una determinada cantidad de madera, y examina los árboles buscando los más adecuados para cortarlos y sacar de ellos la madera que debe suministrar. El punto de vista de este segundo personaje es absolutamente práctico. El tercero es un excursionista, entusiasta de la naturaleza. No ha venido al bosque tratando de enriquecer sus conocimientos ni su visión teórica; tal vez no sabe siquiera o, si lo sabe, no se preocupa de ello si los árboles que tiene delante son pinos o abetos. Le tiene sin cuidado, asimismo, el aspecto económico material del bosque. Lo único que en él busca es contemplarlo, recrear en él su mirada. No mira, por decirlo así, por encima del bosque, hacia otros objetivos, sino que deja que su mirada se pose amorosamente en él complaciéndose en contemplarlo con despierta y profunda sensibilidad. El suyo es el punto de vista estético.
Otro ejemplo. Varias personas ven cómo una casa arde en medio de la noche. Una de ellas se pone a cavilar cómo ha podido producirse el incendio y examina la posibilidad o las posibilidades de que se extienda. Adopta, al hacerlo así, el punto de vista teórico intelectual. Otra, impulsada por un sentimiento activo de compasión hacia los moradores de la casa, corre a ella para prestarles socorro y ayudar en la extinción del incendio: adopta, por tanto, una actitud eminentemente práctica. El tercer punto de vista posible, el estético, es el de quien no se para a pensar ni corre a apagar el fuego, sino que lo contempla, sencillamente, viendo en él un espectáculo bello, aunque pavoroso.
Ni siquiera las obras de arte pueden estar seguras de encontrarse siempre con una actitud estética por parte de quien las contempla, aunque en este caso la actitud del espectador no es tan facultativa como en los casos anteriores, sino que siempre y cuando que sea la adecuada al objeto se ve encauzada por él hacia determinados derroteros. Cuando un profesor de estética examina una catedral gótica para ver cómo se han resuelto en ella los problemas planteados por la técnica de la bóveda, aborda la obra arquitectónica contemplada con una actitud teórico intelectual. El que, a la vista de la catedral, se lamenta de lo que considera como un derroche de dinero y de trabajo, por creer que los medios empleados para levantarla habrían podido invertirse con mejor fruto, se coloca en el punto de vista práctico. Quien contempla la catedral desde el punto de vista estético es el que se limita a recrearse con la sublime belleza de su fábrica, sin ver en ella más que los valores impresionantes, emotivos, que la mera contemplación de la obra revela.
La vivencia de gozo que se produce en los casos del pleno y puro comportamiento estético se distingue por rasgos propios y característicos de los valores positivos de vivencia en que se traduce el comportamiento intelectual, ético práctico, religioso, etc. Quien contempla con deleite un capullo de rosa recién abierto y bañado por el rocío de la mañana, quien escucha con placer una bella melodía o sigue con profunda emoción el desarrollo de un drama en la escena, se entrega a una vivencia de una estructura psíquica específica y peculiar. No es necesario tener una gran capacidad de introspección para darse cuenta, en lo que a esa estructura psíquica se refiere, de que la satisfacción del espíritu que en tales casos se produce fluye directamente del simple hecho de contemplar o escuchar lo que nos deleita o conmueve.
Nos comportamos estéticamente ante las cosas y ante sus formas cuando las contemplamos y vivimos sin buscar otra finalidad que lo que ellas puedan dar a nuestro sentimiento. Lo específico y peculiar de la actitud estética reside en que, al adoptarla, nos entregamos por entero a la contemplación o a las percepciones del oído, sintiendo con ello como un estado de beatitud, sin ir más allá ni buscar nada más allá de esta pura impresión. Sin que, al decir esto, queramos referirnos tan sólo, naturalmente, al lado externo de la percepción sensible, sino al acto de la captación y asimilación espiritual, considerado en su conjunto.
Añadiremos aún unas cuantas palabras para tratar de esclarecer todavía más a fondo la distinción entre estos tres puntos de vista. Al punto de vista intelectual, que, plenamente desarrollado y en toda su pureza, es siempre un punto de vista teórico, no le interesa nada del objeto, ya que éste no tiene, para él, ningún contenido real de vida, ningún valor real. El teórico aspira únicamente a conocer las cosas, sin extraer de ellas ninguna utilidad práctica. El objeto sobre el que recae la consideración teórica es objeto de un conocimiento, puro; lo que se busca es la verdad, siendo relativamente secundario, para el teórico puro, el que esta verdad sea o no provechosa, el que se pueda o no sacar de ella alguna utilidad.
El punto de vista que asumimos en la conducta de la vida real y que sometemos, en primer lugar, a la normación de la ética y, en segundo lugar, a las reglas de la economía, es un punto de vista eminentemente práctico. Lo que aquí se tiene en cuenta es la licitud moral y jurídica de los actos, así como también la utilidad y la conveniencia de éstos para la vida, valorándose las cosas según su idoneidad para la consecución de ciertos fines. El concepto de fin ocupa, aquí, un lugar primordial, lo que hace que el comportamiento práctico se revele como lo diametralmente contrario a la actitud estética.
Considerado desde el punto de vista estético, el objeto no es nunca medio para un fin, sino siempre un fin en sí (es lo que llamamos la autotelia de lo estético). No se busca ni se indaga, aquí, la utilidad real, la idoneidad práctica, el progreso del conocimiento, la verdad ni el valor moral. El punto de vista estético es, por ello, el reverso completo del comportamiento práctico. Pero también se distingue esencialmente del punto de vista teórico, aunque tenga con éste, sin embargo, ciertos puntos de contacto. Más adelante nos referiremos de nuevo a esto.
Nos sentimos incitados a adoptar una actitud estética, dice K. Köstlin, cuando el objeto nos atrae y fascina de tal modo por su forma, que nos entregamos con deleite a su contemplación, sin apartar la mirada de él. Lo característico de esta actitud contemplativa, que no es una actitud intelectual, ni una actitud operante, activa, pero tampoco una actitud de goce sensual, consiste en que nos estimula y llena nuestro espíritu de afanes deleitosos, pero de un modo fácil y agradable, con una gran libertad y sin imponemos el esfuerzo de un trabajo "serio", práctico, obligatorio y encaminado a un fin.
Contemplación, desinterés y pureza
Es usual la tendencia a expresar el comportamiento estético por medio de los criterios estampados en este epígrafe, siendo bastante marcada la coincidencia que en este sentido apreciamos.
Contemplación es la antítesis de todo comportamiento activo, desplegado para la consecución de fines externos y puesto al servicio de las aspiraciones y los objetivos prácticos de la voluntad. La pureza tiende, asimismo, a significar que la conducta contemplativa, entregada a la intuición sensible, se halla libre de toda relación con cualquier fin práctico, de todo interés egoísta.
Según Kant, el comportamiento psíquico del hombre puede denominarse estético cuando es desinteresado (o, por mejor decir, ainteresado). Esta característica, esencial para llegar a captar la esencia de lo estético, no significa, ciertamente, carencia de interés, indiferencia: lejos de ello, toda auténtica obra de arte suscita en nosotros un interés intenso y profundo. Existe, ciertamente, un interés, en el sentido de la simpatía por el objeto, pero no un interés de orden práctico, el afán de obtener ventajas materiales o una utilidad real para la vida.
La palabra “interés" tiene, como es sabido, dos sentidos. Significa, en primer lugar, el estímulo espiritual, la excitación de las funciones psíquicas, el interés espiritual por algo. Interpretado en este sentido, el interés es una sensación intelectual, enlazada a los actos de intuición y de conocimiento y que para nada perturba o tergiversa la vivencia estética. Significa, en segundo lugar, una ventaja, el deseo de una utilidad material para la vida, el interés en algo; en este sentido, se habla de los intereses de un capital o se llama interesado a un hombre que vive atento a lo que pueda reportarle una ventaja. Nos referimos, con ello, a una sensación de la voluntad que nos impulsa a realizar actos encaminados a apropiarnos aquello que apetecemos o a sacar de ello ciertas ventajas de orden material. Este interés es el que Kant considera incompatible con la conducta puramente contemplativa, característica del comportamiento plenamente estético.
He aquí las palabras de Kant: "La complacencia que determina los juicios del gusto es ajena a todo interés. Llamamos interés a la complacencia que lleva aparejada para nosotros la representación de la existencia de un objeto. Este guarda siempre, por tanto, relación con nuestra capacidad de apetencia, bien como razón determinante de ella, bien como algo necesariamente relacionado con su razón determinante. Ahora bien, cuando nos preguntamos si algo es bello, no tratamos de saber si esperamos o podríamos esperar algo de la existencia de una cosa, sino sencillamente cómo la enjuiciamos desde el punto de vista de la simple contemplación (intuición o reflexión)."
La existencia real del objeto de mi vivencia estética de percepción o representación es indiferente para mí, toda vez que no quiero ni espero de él nada práctico, que no mantengo con él ninguna relación seria. Se trata, simplemente de saber si la sola representación del objeto lleva aparejada, en mí, una sensación de agrado. Según Kant, "los juicios del gusto son puramente contemplativos, es decir, juicios que, mostrándose indiferentes en lo que se refiere a la existencia de su objeto, sólo se preocupan de una cosa: de saber si provocan en nosotros la sensación de agrado o desagrado". Cuando digo que tengo interés por un objeto, quiero decir, entendida la cosa en este sentido, que la existencia de ese objeto significa algo para mí, que me importa su existencia empírica, el objeto mismo, y no meramente su imagen, su representación, la qualitas y la essentia, pura y simplemente. En cambio, cuando por "interés" entendemos el que nos sugiere el puro y simple modo de ser de algo dado, nada puede objetar a ello la estética de la contemplación. Hay que saber distinguir, por tanto, entre interés real e interés ideal. Y asimismo subraya E. von Hartmann, quien en éste como en otros puntos atenúa el rigorismo estético de Kant, que la forma de la apariencia estética es perfectamente compatible con la existencia de un interés ideal por la representación de un objeto, por la existencia irreal de éste.Toda otra actividad humana, si ha de tener un sentido, tiene que encaminarse a un fin; el comportamiento estético, en cambio, se caracteriza por ser algo desinteresado, entendiendo por interés la referencia práctica a un fin. El comportamiento no aspira, aquí, a nada fuera de sí mismo y del objeto que le sirve de contenido, puramente en cuanto a su modo de manifestarse, en la imagen pura con que se revela a nuestra contemplación. En el instante mismo en que se desliza en el comportamiento estético un fin externo, cualquiera que él sea, aquél deja de ser lo que es o pierde, por lo menos, su pureza. El modisto que estudie los cuadros históricos de un Delacroix para sacar de ellos modelos de vestidos, no experimentará una vivencia estética ante esas obras de arte.
El comportamiento estético debe entregarse al objeto en actitud de pura contemplación, no debe trascender de él, exceptuando las asociaciones necesarias, es decir, las impuestas por el objeto mismo.Y debe hallarse, sobre todo, libre de todos los pensamientos egoístas inspirados por el afán de posesión o el sentimiento de la repulsión. La contemplación de un cuerpo desnudo de mujer no constituye una vivencia estética cuando el hombre que lo contempla se siente dominado por el impulso erótico o torturado por el deseo de que el cuerpo que se ofrece a su mirada fuese el de su mujer. Estos pensamientos frustran la vivencia estética, por muy perfecta que sea la belleza del cuerpo femenino que se tiene ante la vista. Quien contemple una espléndida casa de campo, no desde el punto de vista de sus cualidades arquitectónicas, sino acuciado por el deseo, determinante de toda su actitud y de todos sus pensamientos, de llegar a poseer una mansión tan confortable como aquélla, es decir, con un sentimiento de envidia o apetencia que empaña la pureza de la contemplación, rompe con ello la vivencia estética.
Pero más destructivo aún que el afán de la posesión es el sentimiento de la repulsión. Ante cosas desagradables, es corriente oír exclamar: “¡Qué horror! ¡Eso es antiestético!" Esta reacción de repugnancia indica que nada atenta tanto contra el punto de vista puramente contemplativo, morosamente apegado al objeto, como el sentimiento de asco.
Para que la pura contemplación sea posible, es necesario que el objeto se halle distanciado de nosotros, fuera de órbita de nuestra vida práctica, que pase a segundo plano en nuestra conciencia toda relación real con el objeto, ya sea positiva o negativa, favorable o perjudicial. Es lo que queremos decir cuando hablamos del aislamiento estético. Lo estético es un valor muy frágil, fácil de quebrar, al que perjudica todo contacto con lo práctico, de cualquier clase que ello sea. Difícilmente podríamos encontrar un motivo de contemplación estética en el incendio que devora nuestra propia casa. La persona que se sienta objeto cómico a los ojos de los demás no encontrará en ello, ciertamente, una fuente de humorismo. La muerte de Sócrates, que hoy nos parece sublime y trágica, sólo pudo producir en sus deudos y amigos, en el momento de ocurrir, una sensación de espanto y de tristeza.
Por tanto, para que pueda darse la contemplación estética, hace falta que el objeto se desconecte de toda motivación de orden práctico, de todo interés. Esta ausencia de interés constituye una de las características esenciales del punto de vista estético.

*Friedrich Kainz, Estética, trad. de Wenceslao Roces, Fondo de Cultura Económica, México, D. F., 1952, pp. 56 59 y 72 75.

direcciones de videos

hola compañeros envio algunas direcciones de videos interesantes

http://www.youtube.com/watch?v=sxIg6wogW-k

http://www.youtube.com/watch?v=skL212U4G44&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=44Qnzlf6z08

http://www.youtube.com/watch?v=k0CMkDO_ngw&feature=related

EL PERFUME

El perfume: historia de un asesino es la primera novela del escritor alemán Patrick Süskind, publicada en 1985 bajo el título original Das Parfum, die Geschichte eines Mörders. Inmediatamente se convirtió en un best-seller, traducido a más de cuarenta lenguas en todo el mundo.

El perfume, dividido en cuatro partes y cincuenta y un capítulos, transporta al lector a un mundo con el que no está familiarizado, "el evanescente reino de los olores", a través de su protagonista, Jean-Baptiste Grenouille (grenouille significa rana en francés).






La historia de Grenouille, "uno de los hombres más geniales y abominables de su época", transcurre en la Francia del siglo XVIII. Desde su nacimiento, Grenouille descubre y percibe el mundo a través del sentido del olfato, que tiene más desarrollado que el resto de las personas. Éstas, a su vez, en ocasiones encuentran inquietante dicha capacidad en Grenouille. Él carece de un olor propio.

El 17 de julio de 1738, en el lugar más putrefacto de todo París nace Jean-Baptiste Grenouille entre los desechos de pescado del puesto que atiende su madre, una mujer joven de unos 26 años. Este es su quinto hijo, el cual nace igual que los cuatro anteriores (muerto o casi muerto), por lo que su madre piensa dejarlo morir entre vísceras y desperdicios, pero el llanto del bebé delata su presencia, y su madre es detenida, juzgada y decapitada por infanticida.

El pequeño Grenouille es rechazado sucesivamente por varias nodrizas, alegando que el niño es demasiado voraz y extraño, ya que "no huele como tienen que oler los bebés". Finalmente, por petición del padre Terrier, Madame Gaillard, mujer desprovista de olfato, lo acepta en su establecimiento para huérfanos a cambio de que el convento de Saint-Merri pague la cuota anual.

Grenouille crece odiado por los otros huérfanos y descubriendo el mundo a través del olfato; las palabras sólo tienen sentido para él si nombran objetos con olor.

A la edad de ocho años, al no recibir más dinero para el mantenimiento de Grenouille, Madame Gaillard lo vende al curtidor Grimal como trabajador por siete monedas. Durante los siete años que Grenouille trabaja para Grimal como una bestia, demuestra su resistencia a la dureza del trabajo y hasta a las enfermedades mortales, como el ántrax maligno, al tiempo que su cuerpo se va llenando de cicatrices y marcas de esas enfermedades, acentuando su fealdad. Esta resistencia le proporciona un gran valor para el trabajo, y Grimal le concede con el tiempo un poco de libertad, que Grenouille aprovecha para explorar todos los olores de París.

A los quince años, Grenouille descubre por primera vez una fragancia desconocida hasta entonces. Siguiéndola, llega hasta una hermosa jovencita pelirroja que prepara ciruelas; ávido por sentir el aroma que emana de ella, Grenouille acaba por estrangularla cuando ella lo descubre. A partir de entonces, el objetivo de su vida será poder conservar la fragancia más pura que había olido nunca.

Grenouille aprovecha su oportunidad un día que Grimal le encarga llevar unas pieles a casa de Giuseppe Baldini, un perfumista italiano muy célebre en otros tiempos. Grenouille demuestra que es capaz de crear a partir de los aceites esenciales que tiene Baldini en su taller, no solo el perfume de moda en París, sino uno mil veces mejor. Baldini compra a Grenouille por 50 francos, para exprimir su talento todo lo posible. Durante tres años, Grenouille aprende el arte de la destilación de los aceites esenciales, aunque descubre decepcionado que no puede obtener más que las esencias de las flores. Baldini le revela a Grenouille su mayor secreto: no es el creador de ninguno de sus famosos perfumes. Es cierto que tuvo 2 perfumes con mucho éxito, pero uno era herencia de su abuelo y el otro lo compró. En consecuencia se descubre que Baldini no es un creador, sino un mezclador de fragancias. Al tercer año Grenouille parte hacia la Provenza, donde conocen más maneras de obtener aceites esenciales, con una carta de recomendación de Baldini, quien muere junto a su mujer debido al derrumbamiento de su casa (muere trágicamente y sin cumplir sus sueños, al igual que toda la gente de la que Grenouille antes se había separado y que fue importante, de alguna manera, para él, como su madre, Madame Gaillard y el curtidor).


Grenouille emprende el camino hacia el Sur, donde espera poder aprender nuevas técnicas que le ayuden a conseguir su objetivo. Por primera vez sale de París, y por primera vez descubre un mundo sin olores humanos ni producidos por la actividad humana; guiado solamente por su fino olfato, evita poblaciones, camina de noche y duerme de día, hasta llegar a las montañas. Encantado con el descubrimiento de una cueva, Grenouille pasa siete años de su vida en una cueva de esta montaña, alimentándose de lo que encuentra, y acudiendo una y otra vez a su memoria olfativa para hacerse el dios de su mundo interior compuesto por todos los olores que conoce.

El placer que le produce este mundo interior se rompe el día que se da cuenta que él mismo no posee ningún olor propio. Después del pánico inicial, se dirige de nuevo hacia el sur. En la ciudad a la que llega excusa su aspecto actual aduciendo que ha estado siete años prisionero en una cueva, secuestrado por unos bandidos. El marqués de la Taillade-Espinasse toma a Grenouille bajo su protección, porque ve en su historia la oportunidad de demostrar su teoría del fluido letal, que según él surge de la tierra y del que Grenouille debía estar completamente contaminado. Tras un proceso de desintoxicación, lavado y afeitado en el palacio del marqués en Montpellier, Grenouille aparece como un caballero. Con el permiso del marqués, compone un perfume en un laboratorio, para simular un olor corporal propio. De esta manera, la gente se da cuenta de su presencia y es capaz de aceptarle más fácilmente que antes. Entonces decide continuar su camino hacia Grasse.

Grenouille decide volver a París, donde llega un día caluroso de verano, como fue el de su nacimiento. Por la noche, se acerca al mercado donde nació, y se mezcla con la gente de ese lugar, miserables, pordioseros, prostitutas y criminales. Una vez allí, vacía todo el contenido del perfume sobre su cabeza, provocando que una treintena de personas, creyendo estar en presencia de un ángel, enloquezcan. Gritando: "¡Es un ángel!", se lanzan sobre él, lo agarran, se aferran a él y todos intentan guardar para sí un pedazo. En el frenesí resultante terminan por devorar a Grenouille, borrándolo completamente de la faz de la tierra y vuelven a sus casas con un sentimiento de felicidad extrema, pues se dan cuenta que, por primera vez, han hecho algo por amor.


martes, 28 de septiembre de 2010

Actividad grupal 2

hola compañeros envio mi trabajo colaborativo 1 y espero que todos podamos aprender mucho sobre esta materia tan interesante

La estética es la ciencia que estudia e investiga el origen sistemático del sentimiento puro y su manifestación, que es el arte, según asienta Kant en su "Crítica del juicio". Se puede decir que es la ciencia cuyo objeto primordial es la reflexión sobre los problemas del arte.
Si la Estética es la reflexión filosófica sobre el arte, uno de sus problemas será el valor que se contiene en su forma de manifestación cultural y aunque un variado número de ciencias puedan ocuparse de la obra de arte, sólo la Estética analiza filosóficamente los valores que en ella están contenidos.


ACTIVIDAD 2

Que es lo estetico?

La estética es la rama de la filosofía que tiene por objeto el estudio de la esencia y la percepción de la belleza. Formalmente se le ha definido también como "ciencia que trata de la belleza de la teoría fundamental y filosófica del arte". La palabra deriva de las voces griegas αἰσθητική (aisthetikê) «sensación, percepción», de αἴσθησις (aisthesis) «sensación, sensibilidad», e -ικά (ica) «relativo a».
La estética estudia las razones y las emociones estéticas, así como las diferentes formas del arte. La Estética, así definida, es el dominio de la filosofía que estudia el arte y sus cualidades, tales como la belleza, lo eminente, lo feo o la disonancia, desde que en 1750 (en su primera edición) y 1758 (segunda edición publicada) Baumgarten usara la palabra "estética" como "ciencia de lo bello, misma a la que se agrega un estudio de la esencia del arte, de las relaciones de ésta con la belleza y los demás valores". Algunos autores han pretendido sustituirla por otra denominación: calología, que atendiendo a su etimología significa ciencia de lo bello (kalos, «bello»).


2 Existe alguna relacion entre el gusto y el conocimiento? en que forma se da, porque se da como se da entre otros elementos?

                                                                                                   
La relación existe, en la medida que el gusto puede generar algún tipo de conocimiento, al igual que el conocimiento también puede conllevar al gusto. Todo dependerá de las circunstancias y del fin que se persiga con respecto al objeto del gusto.
Un ejemplo a este pude ser el caso de un fans y fiel admirador de las series y libros de Harry Potter, donde el gusto juega un principal papel principal en un inicio, este gusto aislado de cualquier otro fin puede llevar a esta persona a tener un gran conocimiento en sí de toda la saga de Harry Potter y por lo tanto podría uno decir que en este caso existe una relación muy estrecha entre gusto y conocimiento.
Otro caso podría ser donde ya no es el gusto que nos lleva a determinado conocimiento sino el conocimiento a un gusto. Y un buen ejemplo sería el caso donde el estudio de la filosofía que en un principio estaría condicionado por el conocimiento y que en determinada persona este conocimiento ligado con el interés lo puede llevar un determinado gusto por el estudio de la filosofía.
En si se podría concluir que si existe una relación entre el gusto y el conocimiento, como lo he explicado anteriormente pero en donde todo dependerá de las circunstancias y del fin que se persiga con respecto al objeto del gusto.

Pero segun Kant que expresa algo totalmente diferente donde
" (CJ, § 1) dice: el juicio de gusto (para diferenciar si algo es bello o no) no es un juicio de conocimiento, no es lógico sino estético; pues mediante el mismo no se señala nada del objeto de la representación, sino cómo se siente afectado el sujeto por la representación. El sentimiento de placer y displacer, que funda una muy particular facultad de diferenciación y enjuiciamiento, no aporta nada al conocimiento. Esto es pues de todos modos correcto y la indagación del territorio completo de estas sensaciones de placer y displacer recae exclusivamente en la estética. Pero el arte como tal no tiene nada que ver con el juicio de gusto, pues su tarea es precisamente el conocimiento de las cosas, la caracterización de aspectos muy determinados en el objeto de la representación, que justamente no se dejarían caracterizar por ningún otro medio

  
3. Que quiso decir kant cuando afirmo. "La complacencia que determina los juicios del gusto es ajena a todo interés. Llamamos interés a la complacencia que lleva aparejada para nosotros la representación de
la existencia de un objeto"? A partir de la lectura de los documentos complementarios y la guía didáctica.


La complacencia es ajena a todo interés cuando no esperamos algo en relación de la existencia de una cosa sino simplemente la asumimos desde el punto de vista de la simple contemplación, intuición y reflexión esto quiere decir que la existencia de un objeto es indiferente para mi, toda vez que ni quiero, ni espero de él nada práctico, ni interés alguno o fin externo, pues para Kant:

"Los juicios del gusto son puramente contemplativos, es decir, juicios que, mostrándose indiferentes en lo que respecta a la existencia de su objeto, sólo se preocupan de una cosa: de saber si provocan en nosotros una sensación de agrado o desagrado".

En este caso la palabra interés significa que la existencia de un objeto significa algo para el que lo percibe; por lo cual no se asume una actitud estética; si el objeto se percibe como un medio para alcanzar un fin en este caso externo. Pues KANT afirma con lo anterior que:

El comportamiento estético debe entregarse al objeto en actitud de pura contemplación; es decir, lo que impulsa al hecho de apreciar estéticamente algo es asumir un objeto como un fin interno en si mismo sin condiciones externas que vayan más allá de la existencia o representación del objeto; es decir, percibir las cosas como son sin llegar a esperar algo más de ellas.
A la verdadera práctica de la contemplación, no se le suma ningún tipo de pretensión diferente que la de una conducta verdaderamente contemplativa, en donde resalte la capacidad de interiorizar y el puro goce de disfrutar el objeto. Para no romper la vivencia estética de las cosas, el interesado, debe desprenderse del objeto en sí, de su parte física y captar que tanta provocación y que porcentaje de agrado logra en el. Los actos de que este se desprendan acerca de cualquier otro fin, diferente al inicialmente buscado, terminara con la pureza y con la actitud estética que reside en el individuo. Al liberar el punto de interés de pensamientos netamente egocéntricos, otros fines u sentimientos dados por una percepción o reacción distinta, o sentimientos que se generen en cuanto a bienes monetarios; la experiencia estética habrá llegado a lo que realmente es, el deleite de lo bello sin perturbaciones humanas inconscientes. Llámese así porque el individuo, no asegura y no es un todo consciente de sus percepciones y sentimientos más internos.



viernes, 3 de septiembre de 2010