jueves, 11 de noviembre de 2010

MENTEFACTO

VALOR ESTETICO 

El estudio de la empatía a lo largo de este siglo ha pasado por múltiples vicisitudes. Si bien podemos encontrar los orígenes del término en Aristóteles, al igual que otras muchas referencias psicológicas, el primer desarrollo sistemático dentro de una teoría psicológica, lo encontramos a finales del siglo pasado en la obra de Theodor Lipps. Este autor alemán escribió varios tratados de Estética que giraban en torno a la explicación psicológica de la experiencia estética. En la descripción de los procesos psíquicos subyacentes a este tipo de experiencia, formula su teoría genética de la Empatía (Einfühlung), y contempla distintos niveles y conceptualizaciones de la imitación como proceso básico para la formación y definición de la conciencia del sujeto que experiencia y, del objeto que es experienciado. Lipps, comprende la empatía como unión entre el sujeto y el objeto artístico y como unión experiencial entre las acciones de dos sujetos. La teoría estética de Lipps, contemplaba la empatía como la posibilidad psicológica de la belleza, está es un valor ético en la percepción subjetiva del otro, de los objetos, de la realidad. Los desarrollos actuales dirigen su atención a la empatía, a veces inteligencia emocional, como la forma más eficiente o eficaz de entrada en la realidad, una realidad que se constituye como el otro con el que negociar las formas más eficaces de acción conjunta. Las posibilidades de la Empatía como motor de explicación en la Psicología de finales de siglo, será el objeto de análisis del presente trabajo.

ARQUITECTURA, PINTURA Y ESCULTURA


 ARQUITECTURA

Arquitectura» proviene del griego «αρχ» (arch), cuyo significado es «jefe\a, quien tiene el mando», y de «τεκτων»(tekton), es decir «constructor o carpintero». Así, para los antiguos griegos el arquitecto es el jefe o el director de la construcción y la arquitectura es la técnica o el arte de quien realiza el proyecto y dirige la construcción de los edificios y estructuras, ya que, para los antiguos griegos, la palabra «Τεχνη (techne)» significa saber hacer alguna cosa. De ella proceden las palabras "Técnica" y también "Tectónico" (Constructivo). En su sentido más amplio, William Morris dio la siguiente definición:
La arquitectura abarca la consideración de todo el ambiente físico que rodea la vida humana : no podemos sustraernos a ella mientras formemos parte de la civilización, porque la arquitectura es el conjunto de modificaciones y alteraciones introducidas en la superficie terrestre con objeto de satisfacer las necesidades humanas, exceptuando sólo el puro desierto.»



PINTURA

Más allá de toda especulación o tendencia en las artes visuales, la pintura artística se ha convertido en una forma de expresión personal visual no dictada por la demanda, que trasciende el material usado, emergiendo detrás de las formas, tonalidades, y matices de colores, un contenido que invite al espectador a explorar un camino que se recorre a través de las manos del mismo pintor, siempre partiendo de los elementos básicos de la pintura: línea, forma, textura, valor tonal, color y la organización de éstos en el espacio de la superficie sobre la cual se pinta.
Sin embargo, la pintura artística no siempre fué un asunto de pura expresión personal. Giotto, Boticelli, Rafael, Miguel Ángel, Rubens, Velázquez, El Greco, Rembrandt, Murillo, Klimt, y muchos otros pintaron por encargo; se les decía qué tenían que pintar -y quién sabe si hasta cómo debían hacerlo-. Eso no les quita que sean grandes maestros de la pintura.
La pintura artística es el arte de representar gráfica y estéticamente objetos, sensaciones, ideas, y sentimientos mediante la aplicación de pintura de colores sobre papel, tela, madera, paredes etc. Pintar requiere técnica, temas, sentimiento, y sentido estético. La pintura artística es una actividad manual, mental y emocional. Ésto es así se pinte por encargo o no.
 

ESCULTURA

A lo largo de la mayor parte de la historia de la humanidad, la mayoría de personas eran iletradas, y la escultura cumplió también una función didáctica o pedagógica, para explicar al pueblo determinados acontecimientos o conceptos. Así, en la Edad Media, en la época del arte románico, es frecuente referirse a los relieves de los tímpanos de las portadas como «catecismos pétreos» o «biblias en piedra», ejecutados para ilustrar a la población analfabeta.
La función ornamental puede estar ligada a alguna de las otras funciones, aunque a veces puede ser el objetivo principal, como ocurre con la decoración vegetal o la geométrica. En los estilos anicónicos, como el islámico o el hebreo, cumple un papel fundamental. También en gran medida la escultura del siglo XX, sobre todo la abstracta, cumple principalmente esta función.
Los antiguos griegos y romanos plasmaron en sus estatuas su concepción de 'belleza ideal', aunque la escultura como obra de arte, con valor propio, es un concepto moderno.

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Estatua de Unamuno en Salamanca (escultura de Pablo Serrano).
La escultura se divide en dos grandes ramas, la estatuaria y la escultura ornamental, según que represente la forma humana y exprese las concepciones suprasensibles del hombre o se ocupe en reproducir artísticamente los demás seres de la naturaleza, animales o vegetales. La primera lleva con propiedad el nombre de escultura y tiene un ideal propio, desempeñando la segunda un papel secundario al servir de auxiliar a la primera y a la Arquitectura.
La estatuaria a su vez comprende varios tipos: de bulto redondo y de relieve.

martes, 19 de octubre de 2010

mentefacto



BIBLIOGRAFIA

* http://www.wikipedia.com/
* modulo estetica unad
enciclopedia larousse



compañeros estos son mis aportes al trabajo colaborativo 2 los animo a que todos sigamos trabajando en equipo.

mentefacto filosofia del arte


EL ARTE EXPRESA, EL PENSAMIENTO FILOSÓFICO IMPERANTE


El arte es una forma de conocimiento intuitivo que expresa emociones, sentimientos, estados de ánimo, ideas y formas de pensar del virtuoso en el momento histórico que le toca vivir.

Cada etapa histórica influye en la cosmovisión del hombre y cada forma de ver el mundo condiciona a la historia e influye en el arte. El arte abarca distintos medios como la pintura, la escultura, el grabado, el dibujo, las artes decorativas, la arquitectura, la música, la literatura. El arte puede tener un carácter utilitario, estético o bien puramente expresivo.

El análisis de símbolos, motivos y temas suele ser el aspecto abordado de mayor interés. En el mundo antiguo, las pirámides de Egipto representan las creencias de una cultura que parecía priorizar la vida más allá de la muerte.

El arte griego y romano es una expresión del realismo filosófico y se destacó por su pintura y escultura relacionada con la mitología, los dioses y los gobernantes. La arquitectura greco romana expresaba la opulencia de las clases privilegiadas que simbolizaban el poder, como por ejemplo la tumba de Artemisa II , hermana y esposa del rey Mausolo de Caria, sudoeste de Anatolia, gobernante después de la muerte del rey, constituye el Mausoleo considerado una de las siete maravillas del mundo. El arte para los griegos significaba saber hacer. Aristóteles lo define como capacidad para producir cualquier objeto, orientada por la razón, que hoy en día se denomina técnica.

Kant distingue entre el arte mecánico y el estético; este último puede ser placentero, por puro placer y bello cuando procura placer intelectual. Durante la filosofía escolástica, en la Edad Media, el arte se circunscribió a los temas religiosos ya que los sistemas filosóficos dominantes partían del dogma.

El Renacimiento, que es un momento cultural caracterizado por el antropomorfismo y por la vuelta al espíritu de la antigüedad clásica se caracteriza por su arte realista. El Renacimiento italiano es el que expresa en forma más completa los ideales de esa sociedad durante esa época. El Impresionismo que surge después del Renacimiento, fue un movimiento artístico de rebelión contra las leyes tradicionales del academicismo con respecto a los rigores que existían sobre el contorno definido, el conocimiento de la anatomía, la perspectiva y la importancia del claroscuro. Frente a este intelectualismo realista, el sensualismo impresionista se basaba en la intuición personal y en la expresión de las emociones, con exclusión de todo conocimiento teórico.

Esta pintura era afín a la nueva posición moral de sinceridad, de libertad individual e igualdad social, de reconocimiento de la dignidad de la vida cotidiana y de la poesía de los objetos cotidianos más humildes; y reflejaba las mejores aspiraciones humanitarias y democráticas de su época. Alrededor de 1900 casi toda la pintura occidental era impresionista. Ese cambio de estilo no se limitó a la pintura, sino que se extendió a la escultura, la música y la literatura. La revolución plástica que representó el Impresionismo sentó las bases para el surgimiento de producciones artísticas posteriores más audaces.

El cubismo a principios del siglo XX, fue la revolución estética más importante desde el Renacimiento. El Relativismo Cultural influye en el arte y surge Pablo Picasso como exponente máximo del cubismo, que desarrolla un sistema representativo basado en el hecho que la visión humana tiene distintos puntos de vista y se desarrolla en el tiempo. El cubismo presenta los objetos tal como son concebidos por la mente y como existen en sí, y no tal como son vistos.

Salvador Dalí es otro extraordinario artista plástico que expresa con gran brillo y originalidad la relatividad del tiempo y las diferencias en la forma humana de ver el mundo. Se rompe el esquema imitativo y se instaura el empleo de símbolos, libremente inventados, comparados con las metáforas de los poetas. En Egipto, las pirámides representaban para la cultura egipcia sus creencias espirituales de la vida después de la muerte.


TRABAJO COLABORATIVO 2 MAPA CONCEPTUAL

Nietzche considera que la belleza no es azar.
"Es preciso haber sacrificado muchas cosas al buen gusto; haber hecho y haber dejado de hacer muchas cosas por amor al buen gusto(...)es preciso haber preferido la belleza al beneficio, a la costumbre, a la opinión, a la pereza" "El arte es el gran estimulante de la vida(...)"
 


MAPA CONCEPTUAL






 

miércoles, 29 de septiembre de 2010

LA ESENCIA DE LO ESTÉTICO. Friedrich Kainz




Puntos de vista teórico, práctico y estético


El adjetivo "estético" no tiene para nosotros una significación objetiva, sino, en primer término, una significación de estado, funcional. Designa un determinado punto de vista, un tipo de apercepción, una manera de concebir la vivencia de la captación de los valores y del comportamiento cultural espiritual.
El mejor camino para explicar la peculiaridad y el carácter específico e irreductible de este punto de vista consiste en poner algunos ejemplos que ilustren la mutua distinción entre este modo de enfocar las cosas y los demás. Supongamos que tres hombres recorren un bosque. Uno de ellos es botánico. La belleza del bosque le es indiferente; lo que busca en los árboles y en las plantas, al examinarlos, es una visión teórica de su morfología, de la fisiología genética y sistemática vegetal; toda su preocupación se dirige a ver las cosas tal y como ellas son en sí mismas. Su actitud obedece a un punto de vista teórico intelectual. El segundo de los tres hombres de nuestro ejemplo es un leñador: ha recibido orden de entregar una determinada cantidad de madera, y examina los árboles buscando los más adecuados para cortarlos y sacar de ellos la madera que debe suministrar. El punto de vista de este segundo personaje es absolutamente práctico. El tercero es un excursionista, entusiasta de la naturaleza. No ha venido al bosque tratando de enriquecer sus conocimientos ni su visión teórica; tal vez no sabe siquiera o, si lo sabe, no se preocupa de ello si los árboles que tiene delante son pinos o abetos. Le tiene sin cuidado, asimismo, el aspecto económico material del bosque. Lo único que en él busca es contemplarlo, recrear en él su mirada. No mira, por decirlo así, por encima del bosque, hacia otros objetivos, sino que deja que su mirada se pose amorosamente en él complaciéndose en contemplarlo con despierta y profunda sensibilidad. El suyo es el punto de vista estético.
Otro ejemplo. Varias personas ven cómo una casa arde en medio de la noche. Una de ellas se pone a cavilar cómo ha podido producirse el incendio y examina la posibilidad o las posibilidades de que se extienda. Adopta, al hacerlo así, el punto de vista teórico intelectual. Otra, impulsada por un sentimiento activo de compasión hacia los moradores de la casa, corre a ella para prestarles socorro y ayudar en la extinción del incendio: adopta, por tanto, una actitud eminentemente práctica. El tercer punto de vista posible, el estético, es el de quien no se para a pensar ni corre a apagar el fuego, sino que lo contempla, sencillamente, viendo en él un espectáculo bello, aunque pavoroso.
Ni siquiera las obras de arte pueden estar seguras de encontrarse siempre con una actitud estética por parte de quien las contempla, aunque en este caso la actitud del espectador no es tan facultativa como en los casos anteriores, sino que siempre y cuando que sea la adecuada al objeto se ve encauzada por él hacia determinados derroteros. Cuando un profesor de estética examina una catedral gótica para ver cómo se han resuelto en ella los problemas planteados por la técnica de la bóveda, aborda la obra arquitectónica contemplada con una actitud teórico intelectual. El que, a la vista de la catedral, se lamenta de lo que considera como un derroche de dinero y de trabajo, por creer que los medios empleados para levantarla habrían podido invertirse con mejor fruto, se coloca en el punto de vista práctico. Quien contempla la catedral desde el punto de vista estético es el que se limita a recrearse con la sublime belleza de su fábrica, sin ver en ella más que los valores impresionantes, emotivos, que la mera contemplación de la obra revela.
La vivencia de gozo que se produce en los casos del pleno y puro comportamiento estético se distingue por rasgos propios y característicos de los valores positivos de vivencia en que se traduce el comportamiento intelectual, ético práctico, religioso, etc. Quien contempla con deleite un capullo de rosa recién abierto y bañado por el rocío de la mañana, quien escucha con placer una bella melodía o sigue con profunda emoción el desarrollo de un drama en la escena, se entrega a una vivencia de una estructura psíquica específica y peculiar. No es necesario tener una gran capacidad de introspección para darse cuenta, en lo que a esa estructura psíquica se refiere, de que la satisfacción del espíritu que en tales casos se produce fluye directamente del simple hecho de contemplar o escuchar lo que nos deleita o conmueve.
Nos comportamos estéticamente ante las cosas y ante sus formas cuando las contemplamos y vivimos sin buscar otra finalidad que lo que ellas puedan dar a nuestro sentimiento. Lo específico y peculiar de la actitud estética reside en que, al adoptarla, nos entregamos por entero a la contemplación o a las percepciones del oído, sintiendo con ello como un estado de beatitud, sin ir más allá ni buscar nada más allá de esta pura impresión. Sin que, al decir esto, queramos referirnos tan sólo, naturalmente, al lado externo de la percepción sensible, sino al acto de la captación y asimilación espiritual, considerado en su conjunto.
Añadiremos aún unas cuantas palabras para tratar de esclarecer todavía más a fondo la distinción entre estos tres puntos de vista. Al punto de vista intelectual, que, plenamente desarrollado y en toda su pureza, es siempre un punto de vista teórico, no le interesa nada del objeto, ya que éste no tiene, para él, ningún contenido real de vida, ningún valor real. El teórico aspira únicamente a conocer las cosas, sin extraer de ellas ninguna utilidad práctica. El objeto sobre el que recae la consideración teórica es objeto de un conocimiento, puro; lo que se busca es la verdad, siendo relativamente secundario, para el teórico puro, el que esta verdad sea o no provechosa, el que se pueda o no sacar de ella alguna utilidad.
El punto de vista que asumimos en la conducta de la vida real y que sometemos, en primer lugar, a la normación de la ética y, en segundo lugar, a las reglas de la economía, es un punto de vista eminentemente práctico. Lo que aquí se tiene en cuenta es la licitud moral y jurídica de los actos, así como también la utilidad y la conveniencia de éstos para la vida, valorándose las cosas según su idoneidad para la consecución de ciertos fines. El concepto de fin ocupa, aquí, un lugar primordial, lo que hace que el comportamiento práctico se revele como lo diametralmente contrario a la actitud estética.
Considerado desde el punto de vista estético, el objeto no es nunca medio para un fin, sino siempre un fin en sí (es lo que llamamos la autotelia de lo estético). No se busca ni se indaga, aquí, la utilidad real, la idoneidad práctica, el progreso del conocimiento, la verdad ni el valor moral. El punto de vista estético es, por ello, el reverso completo del comportamiento práctico. Pero también se distingue esencialmente del punto de vista teórico, aunque tenga con éste, sin embargo, ciertos puntos de contacto. Más adelante nos referiremos de nuevo a esto.
Nos sentimos incitados a adoptar una actitud estética, dice K. Köstlin, cuando el objeto nos atrae y fascina de tal modo por su forma, que nos entregamos con deleite a su contemplación, sin apartar la mirada de él. Lo característico de esta actitud contemplativa, que no es una actitud intelectual, ni una actitud operante, activa, pero tampoco una actitud de goce sensual, consiste en que nos estimula y llena nuestro espíritu de afanes deleitosos, pero de un modo fácil y agradable, con una gran libertad y sin imponemos el esfuerzo de un trabajo "serio", práctico, obligatorio y encaminado a un fin.
Contemplación, desinterés y pureza
Es usual la tendencia a expresar el comportamiento estético por medio de los criterios estampados en este epígrafe, siendo bastante marcada la coincidencia que en este sentido apreciamos.
Contemplación es la antítesis de todo comportamiento activo, desplegado para la consecución de fines externos y puesto al servicio de las aspiraciones y los objetivos prácticos de la voluntad. La pureza tiende, asimismo, a significar que la conducta contemplativa, entregada a la intuición sensible, se halla libre de toda relación con cualquier fin práctico, de todo interés egoísta.
Según Kant, el comportamiento psíquico del hombre puede denominarse estético cuando es desinteresado (o, por mejor decir, ainteresado). Esta característica, esencial para llegar a captar la esencia de lo estético, no significa, ciertamente, carencia de interés, indiferencia: lejos de ello, toda auténtica obra de arte suscita en nosotros un interés intenso y profundo. Existe, ciertamente, un interés, en el sentido de la simpatía por el objeto, pero no un interés de orden práctico, el afán de obtener ventajas materiales o una utilidad real para la vida.
La palabra “interés" tiene, como es sabido, dos sentidos. Significa, en primer lugar, el estímulo espiritual, la excitación de las funciones psíquicas, el interés espiritual por algo. Interpretado en este sentido, el interés es una sensación intelectual, enlazada a los actos de intuición y de conocimiento y que para nada perturba o tergiversa la vivencia estética. Significa, en segundo lugar, una ventaja, el deseo de una utilidad material para la vida, el interés en algo; en este sentido, se habla de los intereses de un capital o se llama interesado a un hombre que vive atento a lo que pueda reportarle una ventaja. Nos referimos, con ello, a una sensación de la voluntad que nos impulsa a realizar actos encaminados a apropiarnos aquello que apetecemos o a sacar de ello ciertas ventajas de orden material. Este interés es el que Kant considera incompatible con la conducta puramente contemplativa, característica del comportamiento plenamente estético.
He aquí las palabras de Kant: "La complacencia que determina los juicios del gusto es ajena a todo interés. Llamamos interés a la complacencia que lleva aparejada para nosotros la representación de la existencia de un objeto. Este guarda siempre, por tanto, relación con nuestra capacidad de apetencia, bien como razón determinante de ella, bien como algo necesariamente relacionado con su razón determinante. Ahora bien, cuando nos preguntamos si algo es bello, no tratamos de saber si esperamos o podríamos esperar algo de la existencia de una cosa, sino sencillamente cómo la enjuiciamos desde el punto de vista de la simple contemplación (intuición o reflexión)."
La existencia real del objeto de mi vivencia estética de percepción o representación es indiferente para mí, toda vez que no quiero ni espero de él nada práctico, que no mantengo con él ninguna relación seria. Se trata, simplemente de saber si la sola representación del objeto lleva aparejada, en mí, una sensación de agrado. Según Kant, "los juicios del gusto son puramente contemplativos, es decir, juicios que, mostrándose indiferentes en lo que se refiere a la existencia de su objeto, sólo se preocupan de una cosa: de saber si provocan en nosotros la sensación de agrado o desagrado". Cuando digo que tengo interés por un objeto, quiero decir, entendida la cosa en este sentido, que la existencia de ese objeto significa algo para mí, que me importa su existencia empírica, el objeto mismo, y no meramente su imagen, su representación, la qualitas y la essentia, pura y simplemente. En cambio, cuando por "interés" entendemos el que nos sugiere el puro y simple modo de ser de algo dado, nada puede objetar a ello la estética de la contemplación. Hay que saber distinguir, por tanto, entre interés real e interés ideal. Y asimismo subraya E. von Hartmann, quien en éste como en otros puntos atenúa el rigorismo estético de Kant, que la forma de la apariencia estética es perfectamente compatible con la existencia de un interés ideal por la representación de un objeto, por la existencia irreal de éste.Toda otra actividad humana, si ha de tener un sentido, tiene que encaminarse a un fin; el comportamiento estético, en cambio, se caracteriza por ser algo desinteresado, entendiendo por interés la referencia práctica a un fin. El comportamiento no aspira, aquí, a nada fuera de sí mismo y del objeto que le sirve de contenido, puramente en cuanto a su modo de manifestarse, en la imagen pura con que se revela a nuestra contemplación. En el instante mismo en que se desliza en el comportamiento estético un fin externo, cualquiera que él sea, aquél deja de ser lo que es o pierde, por lo menos, su pureza. El modisto que estudie los cuadros históricos de un Delacroix para sacar de ellos modelos de vestidos, no experimentará una vivencia estética ante esas obras de arte.
El comportamiento estético debe entregarse al objeto en actitud de pura contemplación, no debe trascender de él, exceptuando las asociaciones necesarias, es decir, las impuestas por el objeto mismo.Y debe hallarse, sobre todo, libre de todos los pensamientos egoístas inspirados por el afán de posesión o el sentimiento de la repulsión. La contemplación de un cuerpo desnudo de mujer no constituye una vivencia estética cuando el hombre que lo contempla se siente dominado por el impulso erótico o torturado por el deseo de que el cuerpo que se ofrece a su mirada fuese el de su mujer. Estos pensamientos frustran la vivencia estética, por muy perfecta que sea la belleza del cuerpo femenino que se tiene ante la vista. Quien contemple una espléndida casa de campo, no desde el punto de vista de sus cualidades arquitectónicas, sino acuciado por el deseo, determinante de toda su actitud y de todos sus pensamientos, de llegar a poseer una mansión tan confortable como aquélla, es decir, con un sentimiento de envidia o apetencia que empaña la pureza de la contemplación, rompe con ello la vivencia estética.
Pero más destructivo aún que el afán de la posesión es el sentimiento de la repulsión. Ante cosas desagradables, es corriente oír exclamar: “¡Qué horror! ¡Eso es antiestético!" Esta reacción de repugnancia indica que nada atenta tanto contra el punto de vista puramente contemplativo, morosamente apegado al objeto, como el sentimiento de asco.
Para que la pura contemplación sea posible, es necesario que el objeto se halle distanciado de nosotros, fuera de órbita de nuestra vida práctica, que pase a segundo plano en nuestra conciencia toda relación real con el objeto, ya sea positiva o negativa, favorable o perjudicial. Es lo que queremos decir cuando hablamos del aislamiento estético. Lo estético es un valor muy frágil, fácil de quebrar, al que perjudica todo contacto con lo práctico, de cualquier clase que ello sea. Difícilmente podríamos encontrar un motivo de contemplación estética en el incendio que devora nuestra propia casa. La persona que se sienta objeto cómico a los ojos de los demás no encontrará en ello, ciertamente, una fuente de humorismo. La muerte de Sócrates, que hoy nos parece sublime y trágica, sólo pudo producir en sus deudos y amigos, en el momento de ocurrir, una sensación de espanto y de tristeza.
Por tanto, para que pueda darse la contemplación estética, hace falta que el objeto se desconecte de toda motivación de orden práctico, de todo interés. Esta ausencia de interés constituye una de las características esenciales del punto de vista estético.

*Friedrich Kainz, Estética, trad. de Wenceslao Roces, Fondo de Cultura Económica, México, D. F., 1952, pp. 56 59 y 72 75.